"Constantino Makarich", por Romina Mariño
Constantino Makarich, ese soy yo, un viejo de sesenta y cinco años. Trabajo de guardia nocturno en la casa de Chivarev, la verdad esa señora nunca me cayó bien, siempre que voy a la casa para trabajar se escuchan sus gritos y no deja hacer mi trabajo en paz. Siempre me dice que soy muy delgado y que debería comer más, me trata como si fuera un niño. Pero qué bueno, en unos años me jubilo y ya no tendré que volver a ver a esa señora. Creo que es una de las pocas personas que me caen mal, siempre me ha gustado hablar con los demás pero ella es demasiado para mí.
Por suerte durante el día puedo estar en la cocina, me gusta bromear con los cocineros ya que nunca me dicen nada, pero cuando es de noche me abrigo con mi pesilla y me voy a trabajar; es bastante fácil ya que solo golpeo mi bastón con una placa de madera y los ladrones ya se asustan.
Las personas que me conocen saben que vivo solo, me han dicho muchas veces que debería contratar a alguien para que me limpien la casa y me cocinen, pero yo estoy perfecto y en buenas condiciones, además ya me basta con tener a dos perros en la casa: Canelo y Serpiente. Canelo es bastante tranquilo pero Serpiente siempre se está metiendo en problemas y yo soy el que tiene que ir a vigilarlo, además se me hace raro que un desconocido vea mis cosas personales.
Últimamente me he estado sintiendo un poco triste ya que me enteré de que mi hijo y su esposa murieron, no pude ir al funeral ya que me quedaba muy lejos; yo ya estoy bastante familiarizado con este sentimiento ya que hace un par de años murió mi querida esposa. Muchas personas me han traído presentes lamentándose por lo que le pasó a mi hijo y a mi esposa, pero creo que con el tiempo se me va a ir pasando.
Por quien de verdad estoy preocupado es por mi nieto ya que ahora vive en la casa de un tal zapatero Alojín, nunca lo había visto pero escuché varios rumores de que tenía una forma de enseñar bastante agresiva; yo no quiero que mi nieto la pase mal, solo lo he visto una vez, su nombre es Vanka, pero no sé si él se acuerda de mí ya que nunca me ha llegado una carta de él. Siempre que saco a los perros a pasear voy con el cartero y le pregunto si llegó una carta de Vanka pero siempre me dice que no. Eso me preocupa bastante.
Estoy planeando ir a visitarlo algún día, aunque no sepa donde vive, pero seguramente alguna de las señoras del barrio lo sabrá, a esas señoras siempre les gusta estar metidas en temas que no les incumbe, pero yo no soy nadie para juzgarlas.
Cuando encuentre a Vanka lo voy a traer y le voy a enseñar todo lo que le enseñé a mi hijo; cuando lo traiga tendré que remodelar un poco la casa y esconder mis botellas de vino no quiero que piense que bebo mucho. Pero por ahora tengo que esperar.
Precioso trabajo !!! aplausos para los alumnos y para el profe.
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