"El inicio de todo", por Sofía Mangado

 

Hola, soy Olga Ignatievna, yo trabajaba en la casa de los Chukov, solía limpiar cocinar y ayudaba a Vanka en diferentes cosas, realmente le tengo mucho aprecio a ese chico. Todo era muy feliz en esa casa, siempre estaba la gente sonriendo y divirtiéndose. A veces Vanka podría llegar a ser algo susceptible pero está bien, nunca habíamos tenido ninguna pelea grande. Todo marchaba bien hasta que un día todo cambio.

Era un día normal como los otros, yo me encontraba preparando el desayuno para Vanka y sus padres, un rico vaso de jugo de naranja con unas tostadas con mermelada y una manzana. Todos se veían felices, ellos comían y yo terminaba de limpiar, todo el día transcurrió con normalidad hasta que en la tarde, como a las 4pm, yo ya había terminado todas mis tareas y vi al pobre Vanka solo y aburrido así que decidí acercarme y hacer algo junto a él.

- ¡Hey! Vanka, te veo algo aburrido, ¿Te gustaría aprenderte un baile conmigo? – le pregunté.

-Excelente idea, me viene genial – respondió.

Fuimos a la sala, puse la música y le mostré el baile.

-¿Qué te parece? – dije al terminar de bailar.

-Es algo complicado, no sé si lo lograré, pero daré todo mi esfuerzo – respondió sonriendo.

Le fui enseñando, paso por paso, todo iba bien hasta que llegamos a un paso que le costaba mucho. Estuvo rato intentando y fallando.

-Me rindo, no puedo hacerlo – dijo el pequeño con frustración.

-Tranquilo, Vanka, solo hace falta practicar un poco más y te saldrá perfecto – dije intentando animarlo.

-No, no es así. YO NUNCA LOGRARÉ HACERLO, DEJA DE SER TAN POSITIVA – dijo el niño ya molesto.

El pobre tiró todo lo que había en la mesa de la rabia que tenía y salió corriendo.

-¡Vanka espera! Vuelve – dije antes de que saliera de la casa.

Salí rápidamente tras de él, sentí un olor algo extraño pero me importaba Vanka así que lo ignoré y seguícorriendo tras él. Lo seguí por un rato pero luego de que cruzara una calle lo perdí de vista así que decidí buscarlo un poco más. Luego de tanto buscar ya estaba muy preocupada y pensé en pedir ayuda así que decidí ir a la casa para decirle a sus padres; quizás con algo de suerte él ya habría regresado. Una vez que llegué quedé horrorizada al ver la casa hecha cenizas, habían policías y bomberos alrededor, fui corriendo a hablar con un policía para saber qué había pasado.

-¡Policía! ¡Policía! ¿Qué ha pasado? – pregunté muy preocupada, casi desesperada por saber de la gente que estaba adentro.

-Hubo un incendio, aún estamos investigando la causa, y con respecto a la gente que estaba adentro, bueno… Todos fallecieron – dijo el policía lástima.

Yo había quedado en shock, cómo iba a decirle esto al pobre chico y ¿dónde estaba él? Por la noticia de la muerte de sus padres casi olvido que él estaba perdido, rápidamente le conté al policía lo que había pasado. El policía comunicó enseguida a otros policías lo que había pasado y empezamos a buscarlo todos. A todo esto ya eran las 12.

Los policías me dijeron que me fuera a mi casa, que ya era muy tarde. Así que decidí irme a la casa de una amiga ya que yo vivía con los padres de Vanka y la casa estaba hecha pedazos. Al otro día lo primero que hice apenas me levanté, fue ir directamente a la estación de policía a ver si habían encontrado al pobre chico. Una vez allí, un policía me reconoció y se acercó a mí, se podía ver la empatía en sus ojos, si tan solo supiera lo que siento.

-Señorita, debo informarle que después de revisar la evidencia llegamos a la conclusión de que el incendio fue causado por la caída de una vela en las cortinas –me comunicó el policía.

En ese momento me di cuenta que cuando Vanka tiró todo lo que había en la mesa debía de haber tirado una vela, eso explicaría el olor también. Muy desilusionada salí de ahí decidida a encontrar a Vanka, pensé un rato en dónde podría estar, pensé en su tienda de golosinas favoritas así que me dirigí hacia allí pero no estaba; también probé en el parque pero nada, hasta que después de buscar un rato se me ocurrió que tal vez podría estar en su casa del bosque. Vanka tenía una casa “secreta” en el bosque, él creía que nadie sabía de ella pero en realidad tanto sus padres como yo sabíamos de su existencia. Me fui corriendo hacia allí ya que quedaba en una parte muy profunda del bosque y para un niño de nueve años puede ser muy fácil perderse. Después de caminar una media hora por fin encontré la casita. Entré y vi al pobre chico temblando solo en un rincón, me acerqué lo más rápido que pude.

-¡VANKAAA! – exclamé con mucha felicidad.

-Olgaaaaa – dijo el pequeño llorando.

Lo llevé a la ciudad y le di una manta y algo de comida, no sabía cómo contarle lo de su casa y lo de sus padres.

-Oye, Vanka, tengo que contarte algo terrible… tu casa se incendió y tus padres murieron ahí – dije cabizbaja. El pequeño Vanka estaba devastado, se podía ver en sus ojos que estaba destrozado.

-¿C-cómo? No te creo, no es cierto -dijo el pobre llorando.

Ver todas esas lágrimas cayendo por sus mejillas me partía el corazón.

-Esto es una pesadilla, no puede ser verdad- dijo él mientras iba a abrazarme.

-Lo lamento tanto Vanka, ojalá pudiera hacer algo- le dije.

Él solo se limitó a llorar mientras me abrazaba

-No puedo llevarte conmigo así que te dejaré a cargo del zapatero Alojín, él fue el primero en ofrecerse para cuidarte – dije triste.

-¿No hay forma de que me vaya contigo? – dijo Vanka cabizbajo.

-Lo lamento pero no- Le dije muy apenada.

-Está bien, supongo -dijo mirando sus zapatos mientras las lágrimas aún caían por sus mejillas.

Unos días después lo llevé a la casa del zapatero Alojín y lamentablemente tuve que mudarme para poder conseguir otro trabajo. Estaba muy triste de tener que dejar a Vanka ahí, pero sabía que tendría una mejor vida que conmigo. ¿Habrá sido una buena decisión?


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