"El gran cambio del zapatero", por Joaquina Ferreiro
Soy un zapatero, me dicen “El zapatero Alojin”, vivo con mi esposa, y Vanka, pero yo le digo “Microbio” por chiquito y feo. Es un chico que adoptamos para ayudar en la zapatería, para que vaya aprendiendo el oficio.
Les voy a contar una historia que me cambió la vida; yo solía ser un tipo un poco enojón y según mi esposa, un poco narcisista. ¿Por qué digo solía? Porque este chico Vanka me cambió. Yo tenía una visión muy fea de la vida, por ejemplo, despertarme en un pueblo gris me ponía de mal humor, ver a Vanka todos los días hacía que mi sangre queme, todo me ponía de mal humor, pero llegó el día en el que todo cambió en nuestras vidas. Era Navidad, con mi esposa fuimos al pueblo a festejar, dejamos a Vanka en la casa, no queríamos estar con él en navidad, era una carga. Pasamos Navidad muy bien, con nuestros amigos, Juan el carpintero y José el panadero, con sus esposas, María e Isabel. Brindamos, comimos hojas de col rellenas a la parrilla, riquísimo. Llegamos muy tarde a casa, a eso de las 3 am, mis tobillos no daban más, además ese día había estado toda la jornada armando zapatos, estaba muy cansado. Entré y escuché un ruido en mi cuarto.
- ¿Quién anda ahí? – exclamé. Escuché un chillido, como de un cerdo asustado.
- N-nadie, n-nada importante – una voz irritada y tartamuda contestó.
Al instante me di cuenta de que era Vanka, lo vi y le pegué un sopapo. Temblando lo vi sostener una carta, se la quité de las manos, vi que me había manchado la ropa del armario con tinta. - ¡Estás loco! ¿Viste lo que le hiciste a mi ropa? Además, ¿qué es esta carta inmunda, ahora te dedicas a escribir? – le dije enojado.
- No la leas por favor, me da mucha vergüenza- contestó lloriqueando.
En ese instante ni lo pensé y la leí. Mencionaba que quería ir con su abuelo y lo mal e infravalorado que se sentía en este hogar, cómo yo le pegaba y sus compañeros de la escuela también, extrañaba a su familia, y es que claro, lo más cercano para un niño huérfano de sus padres son sus familiares ¿no? Pobre niño, nunca me había metido en sus zapatos, nunca me di cuenta de que es solo un niño, que mis tratos hasta podían llegarle a dejar traumas. Un hombre con éxito crece acompañado y apoyado en sus decisiones, impulsado y lo más importante sano.
- ¿De verdad sentís esto? – pregunté avergonzado.
- Sí señor, disculpe, no volveré a escribir algo así de usted – me dijo con miedo.
¡Lo mal que debo de haberlo tratado para que me pida perdón por expresar lo que siente! Sentí un nudo en la garganta, me sentí como basura; este niño merece más de lo que yo le pueda dar.
- Mira Vanka, yo le voy a llevar esta carta a tu abuelo, mientras él contesta voy a intentar de mejorar mi relación contigo, perdóname por haber sido así. Te pido que te vayas a acostar.
- ¡Gracias Alojin!- dijo mientras me abrazaba. Me reí y lo abracé yo también.
- Espere Alojin, pellízqueme, no estoy soñando ¿verdad?
- No Vanka, esto es real, mañana vamos juntos a la mensajería para enviarle la carta a tu abuelo.
Ya pasaron unas semanas desde que acompañé a Vanka a depositar la carta para su abuelo, esta vez correctamente. Estaba nervioso, no lo quería alejar de mí pero sabía que él iba a ser más feliz junto a su abuelo. Dos semanas después nos llegó la respuesta de Constantino, acordamos de que Vanka iba a ir allí con su abuelo durante un mes, para ver si realmente quería estar con él. Todavía no sé si se queda allá o viene conmigo, se supone que mañana me avisan, espero que quiera quedarse conmigo pero lo voy a apoyar en todas sus decisiones.
Siento que este cuento puede revolucionar la vida, muy bueno
ResponderEliminargracias
EliminarEste cuento que leí por la mañana le esta dando un sentido a mi vida.
ResponderEliminargracias
EliminarEste cuento hizo que vuelva a ser feliz 🤩
ResponderEliminarse agradece
Eliminar