"Olga Ignatievna", por Andrés Quezada
Olga siempre estaba en la casa, parecía una mujer triste aunque no siempre lo era. Cuando Vanka iba con sus padres a trabajar ella lo miraba. Vanka no se animaba a hablarle porque le daba vergüenza. Un día Olga le preguntó si sabía leer y Vanka le contestó que no.
A partir de allí, todos los días le enseñaba algo de lectura y también a respetar a las personas. Ella lo trataba con mucho cariño. A Vanka le gustaba mucho cortar flores del campo y llevárselas a Olga porque le recordaba a su madre.
Una vez, Olga estaba jugando con Vanka y sin querer lo tiró al suelo. Fue tan grande el susto que Olga decidió llevarlo al médico en un caballo que era el único transporte que tenía en la casa. Vanka se había quebrado un brazo y cuando regresaron a la casa, Olga le dio un rico dulce para agradarle pero Vanka estaba tan enojado que tiró todo al suelo. El zapatero escuchó que Vanka le estaba hablando mal y lo mandó a su cuarto.
Al otro día Vanka estaba más enojado aún y decidió marcharse de su casa para ir a buscar a su abuelo. Luego de unas horas lo encontró y se sintió muy feliz. El abuelo estaba muy contento ya que no veía a Vanka desde hacía tiempo. El niño le contó todo lo que había ocurrido y el abuelo le dijo que los accidentes pasan, que le diera una segunda oportunidad.
Vanka le hizo caso al abuelo y decidió ir a pedirle disculpas a Olga. Ella al escuchar la voz de Vanka se puso muy feliz ya que estaba muy preocupada por él. Vanka le pidió perdón por su actitud. Para celebrar este rencuentro fueron a un picnic por los campos de la aldea.
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