"Todos tenemos una historia detrás", por Sol Falcón

 

El perro Serpiente por más que no lo pareciera, había tenido una vida muy complicada. Él tenía ocho hermanos, cuando nacieron una señora los encontró en la calle y puso folletos que decían: “Encontré 8 cachorros recién nacidos, quien esté interesado en ellos, por favor contáctese conmigo”.

Días después, varias personas se habían contactado con la señora. Se habían llevado a cinco de sus hermanos, por lo cual quedaban él y dos más. Con el correr de los días la gente dejó de contactarse, la señora que había puesto los folletos los tenía en el garaje de su casa y les daba agua, y algo de comida que le sobraba de su desayuno, almuerzo, merienda o cena. Por más de que su vida no era la peor, el perro Serpiente se sentía mal cuando la gente se llevaba a sus hermanos y no a él.

Los días pasaban y pasaban, pero nada, hasta que un día una persona se contactó son la señora y fue a ver a los cachorros. Cuando el hombre llegó a la casa de la señora, fue con sus hijas mellizas, en principio iban con la idea de llevarse un solo perro. Hasta que las niñas insistieron e insistieron y el padre le dijo: “está bien, vamos a llevar dos”. Cuando llegó el momento de elegir a los perros, Serpiente miraba al señor y a las niñas con esos ojitos de bueno que tenía él, pero se ve que eso no fue suficiente para el señor y las mellizas, fue así que se terminaron decidiendo por sus otros dos hermanos.

Semanas más tarde el perro Serpiente seguía solo y triste en la casa de la señora. A ella le daba pena y una vez que fue a dejarle la comida, el perro la quedó mirando con esos ojitos de tierno y bueno que solía poner. La señora lo empezó a acariciar, y de pronto… El perro Serpiente la mordió con fuerza, a ella, que tan buena había sido con él y con todos sus hermanos. La señora, que ya era una persona mayor, no quiso saber nada más con el perro.

A la mañana siguiente lo agarró y lo dejó en la esquina de su cuadra para que aquel que quisiera se lo llevara. El perro Serpiente caminaba solo en distintas direcciones, no sabía a dónde se dirigía, tan solo caminaba y observaba a su alrededor. Veía a muchos perros paseando con sus dueños y él deseaba poder ser como uno de ellos. Un día, el cachorro le empezó a ladrar a un par de perros que veía detrás de una cerca. Serpiente no se dio cuenta, pero los perros habían roto la cerca, es decir que podían escapar por allí. Y así fue, los dos perros empezaron a perseguirlo. Serpiente corrió a la velocidad de la luz y de pronto se chocó con un viejito con una botella de vino en la mano. El viejito agarró una piedra que había en el piso y amenazó con pegarles a los demás perros, y estos salieron corriendo. El perro Serpiente por fin había encontrado alguien con quien quedarse. El tiempo pasaba y el perro serpiente no quería que nunca más nadie le sacara su lugar. Fue así que un día al viejito le llegó una carta que decía: “Querido Abuelo, soy yo tu nieto Vanka”. El perro no lo dudó ni un segundo, agarró la carta y la lanzó al fuego. Él sabía que esa carta contenía algo que podría cambiarle su vida completamente.

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