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Mostrando entradas de mayo, 2021

"Siempre estaré ahí", por Sofía Brasca

  La mayoría de la gente cuando piensa en su infancia tiene recuerdos felices y nostálgicos, pero ese no sería mi caso. Desde que nací nadie me quiso, crecí en un orfanato y no tuve ninguna figura ni paterna ni materna. Hasta que llegó ese zapatero. Era un día soleado y yo tenia alrededor de once años cuando un zapatero de edad avanzada se apareció en la puerta del orfanato en busca de un niño que cumpla sus requisitos para adoptar. Para mi buena suerte yo cumplía todos y cada uno de ellos, así que decidió adoptarme y me cambió el nombre a Alojín en honor a su padre. En primera instancia todo parecía fantástico; me enseñó su oficio, lo ayudaba siempre en el taller, me trataba como si fuera su propio hijo e incluso a veces, si me portaba bien, me daba un obsequio, pero no a todos le agradaba. Recuerdo que había un niño en especial que siempre me molestaba y muchas veces yo terminaba llorando, cada vez que me sucedía esto el zapatero siempre me reconfortaba diciéndome que él si...

"Mi increíble historia", por Iván Henriksen

  Hola, yo soy Serpiente, un perro un poco destacado de los otros. Yo soy un perro delgado y largo, por eso mi nombre es este. Me gusta mucho morder las piernas de las personas cuando están desprevenidas y que se asusten. Mi Amo es una persona muy amable, se llama Constantino Makarich. Nunca se olvida de darme de comer a mí y a Canelo (mi hermano). Esto sería un poco de como soy y mis alrededores, pero después yo tengo un pasado oscuro y es por eso que se me conoce como el perro de las malas vibras… Ya, hace mucho tiempo, alrededor del año 1275 fue mi día de nacimiento y si te preguntas de cómo hice para vivir tantos años ahora te explico. Nací en un tipo de tribu africana llamada Nmbokoco conocida por sus magos, brujas y sus hechizos que en ninguna otra parte del mundo se consiguen ver. Bueno, el día de mi nacimiento fue muy raro. Apenas nací me llevaron a una choza de unos brujos donde me hicieron pruebas de hechizos. Mientras una bruja mezclaba la poción, un brujo recitaba un...

"Terminando con una aventura", por Tomás Shaw

  Un perro llamado Serpiente, a quien querían muy pocas personas. Suele mirar a la gente con ojos acariciadores pero a nadie le inspira confianza, solo a su dueño. Y sí, ese perro soy yo, lamentablemente. Yo vivía en una casa donde mandaban unos señores y no sé por qué mi dueño y sus amigos le llamaban “los patrones”, no entiendo y nunca voy a entender. Solo tengo un amigo que se llama Canelo y de hecho es mi mejor amigo. Me llevo muy bien con él y solemos jugar los tres a asustar. El juego se trata de hacer ruido pero todavía no entiendo por qué lo tenemos que hacer. Solo de noche jugamos a eso, mi dueño va con una linterna y por noche recorremos la casa aproximadamente cien veces. ¿Cansador no? Es cansador pero la verdad que es muy divertido. Llegó aquel día que amábamos con mi amigo Canelo, era una de nuestras cosas favoritas, le llamábamos la destrucción, ya que, comíamos muchas sobras después de una cena que hacían los patrones con sus familiares y arrasábamos, nos c...

"Mi perro es un poco extraño", por Benjamín Stirling

  - Serpiente, Canelo vengan, ya terminó mi horario de guardia -les dije a mis perros. Serpiente es un perro amargado y alargado, a eso le debe su nombre. En cambio Canelo es tranquilo y mas pequeño. Luego de terminar mi horario Serpiente me acompaña hasta que se duerme y después de dormir se escapa a merodear un rato por la aldea. Normalmente sale a correr alguna gallina o rata que también merodea por la zona. Después de un rato mirando feo al que se le cruce vuelve para buscar algo de comer y después dormir unas horas junto a la estufa. Luego de unas dos horas de siesta más o menos, Serpiente queda muy activo, entonces suele molestar a mi otro perro, el Canelo, mientras este trata de correr a otro lado desesperado. Acto seguido, Serpiente trata de ir a cazar algún animal de los campesinos o robar algo de las tiendas pero normalmente fracasa y lo descubren en el acto y lo tratan de agarrar para pegarle. Incluso varias veces estuvo al borde de la muerte pero logró escapar. ...

"La historia de una carta", por Juan Fernando Soler

  En una umbría y lluviosa noche, yo, el zapatero Alojín acababa de recibir un nuevo aprendiz. Pero esta vez fue diferente, realmente confiaba en las capacidades de este joven, un tal Vanka Chukov, pero al parecer el chico no opinaba lo mismo. En su cara se reflejaba un dejo de tristeza, como una carga que lo acompañaba a todos lados. El pequeño entró a la casa, donde se alojaría por indefinido tiempo. Allí mi esposa lo recibió de forma muy amable, como siempre, ocultando su verdadero comportamiento con los recién llegados. Así fue pasando el tiempo, yo me esforzaba porque Vanka fuese el mejor entre todos los alumnos, pero los otros estudiantes le llevaban años de ventaja, y aparentemente, la señora de la casa no le tenía ni un poco de afecto, castigándolo por el más mínimo error, sin ningún motivo aparente. Por mi parte sentía que le exigía demasiado, no solo en la zapatería, sino en todo lo relacionado con la vida independiente, en verdad no me importaba que Vanka me odiase, ...

"Una tarde emplumada", por Sebastián Plevak

  ...a Olga le encantaba bailar, apenas ponían música en la sala, Olga daba los primeros pasos. Un pie tras otro e invitaba al niño Vanka a que la acompañara. Olga tenía un carácter muy especial, era una mujer soltera, que había sido criada en la familia como una tía solterona; Vanka tenía un cariño muy particular hacia ella. Es que era una de las pocas personas en la casa que le prestaba especial atención. Olga dedicaba, a veces, un rato de su tiempo para que el niño aprendiera sus lecciones de lectura, escritura y hasta le enseñaba a hacer cuentas. Tenía una especial paciencia para que Vanka lograra incorporar todos aquellos aprendizajes. En medio de esas tardes de números y letras, Olga le daba unas galletas para su merienda, recién horneadas en la gran cocina de la casa Señorial, y mientras miraban por las ventanas las calles cubiertas de nieve, los perros echados al costado de la estufa a leña, Vanka imaginaba que si hubiese conocido a su madre, tendría el rostro y el pel...

"¿Todo por nada?", por Federico Pérez

  Como hace semanas que el viejo no para de pensar en su nieto Vanka, se pasa las tardes borracho gritándole a extraños y pensando cómo estará aquel chico que alguna vez tuvo a su lado. Dos semanas después de Navidad el cartero pasaba por la calle, como de costumbre, repartiendo cartas cuando se me ocurrió una gran idea: morderle las pantorrillas y robarle la bolsa en la que tenía su comida. Pero lo que me encontré dentro me sorprendió mucho. ¡Era una carta de un niño que decía necesitar a su abuelo para que lo saque de la casa de un Zapatero! “¡Uuu zapatoooos, qué ricooo! “¡No, tentaciones no… disculpen!”. Les sigo contando, el caso es que creo que esta carta la hizo Vanka, el huérfano. Entonces pienso que, si se la doy al viejo, Vanka va a venir y nos van a dejar de lado a Canelo y a mí, otra vez. Así que mejor se la escondo. Voy a hacer que el viejo se olvide de ese niño y eso va a ser mucho mejor, estar solos nosotros tres, sin interferencias. Lo primero que quiero hacer...

"Mala y buena suerte", por Ludovico Peirano

  Constantino Makarich, abuelo de un niño de nueve años llamado Vanka, era un viejecito de setenta y seis años, enjuto y vivo, siempre risueño y con ojos de bebedor. A Makarich le gustaba mucho sentarse en una silla y mirar al cielo y pensar en distintas cosas que se le venían a la cabeza porque eso lo tranquilizaba mucho. Él vivía en una ciudad llamada Moscú, en Rusia, vivía solo en su casa lo que hacía que el día a día fuese muy aburrido, pero ya estaba acostumbrado. Una vez por semana iba al parque que tenía a la vuelta de la casa para poder tomar aire, entrenar, entre otras actividades. Solía leer muchos libros porque le gustaba la lectura, podría pasar un día entero leyendo libros y no se cansaría. A veces se juntaba con su vecino Stanislav, de setenta y seis años como él, solían hablar de cosas de la vida y se pasaban horas y horas conversando. Un martes trece de abril a las tres de la tarde, mejor horario para merendar, Makarich fue al parque que le quedaba cerca de su cas...

"Constantino", por Lucía Schwarz

  Constantino Makarich era un viejito delgado y con ojos de alcohólico que cumplía con unos sesenta y cinco años y que vivía en una aldea. Era un viejo solitario, solamente lo acompañaban dos perros, Canelo y Serpiente. Él era un guardia nocturno en la casa de los Chivarev, para ahuyentar a los ladrones, le pegaba al piso con su bastón para demostrar que estaba atento a cualquier sonido o movimiento. En una tarde muy fría, como es usual, Constantino estaba tranquilo con Canelo y Serpiente hasta que llegó el cartero corriendo y le dijo muy apurado que tenía una carta para él, pero sin dirección ni nombre. El cartero la había leído y vio que era para Constantino de un tal Vanka Chukov, que decía ser su nieto, y contaba las cosas horrorosas que le pasaban. Constantino se quedó asombrado y confundido, por qué le habrían mandado esa carta, él no recordaba tener un nieto, pero tenía su apellido. El viejito le agradeció al cartero y rápidamente se corrió a la mesa, se puso los lentes y...

"Olga Ignatievna", por Juan Pedro Panasco

  Aún recuerdo esa tarde de jueves donde salí de casa y me puse a caminar por una de las calles empedradas del pueblo. Estaba contemplando una de las vidrieras de la tienda de ropa ya que quería comprarme algo abrigado para enfrentar la fuerte tormenta de nieve. Mientras miraba, escuché unos ruidos de fondo, pero decidí no darles importancia dado a que podía ser producto del gran ruido del viento. Cuando entré al negocio vi muchas prendas, de baja, media y alta calidad. Me dirigí hacia la sección de botas y encontré unas que aparentaban ser abrigadas. Miré la etiqueta para ver la información de las mismas y decía: ‘’Botas de la zapatería Alojín, buen precio, buena calidad. Hechas de cuero de vaca, lana de oveja y nuestra magia’’. En ese momento recuerdo no prestarle atención, pero cuando llegó el momento de pagar, la cajera me dijo: - Elegiste las del zapatero Alojín, son muy buenas -menciono- Vienen de un lejano pueblo, se llama ‘’Pueblo Слава’’. En ese momento recuerdo que em...

"Alojín, el zapatero", por Bruno González

  Alojín, un zapatero de una aldea de Rusia era jefe de su zapatería. Allí trabajaba un niño llamado Vanka, el cual era maltratado por Alojín, ya que este lo golpeaba, y no lo alimentaba bien. En la noche de Navidad, Alojín tenía que irse a una fiesta, así que tuvo que dejar solo a Vanka, pero sospechaba y no confiaba en el niño. No lo podía llevar, así que tuvo que recurrir a las amenazas: lo dejaría solo pero si hacía algo estaría en problemas. Vanka, aprovechando esto, ignorando la advertencia de Alojín, habló con uno de sus amigos de la aldea, y arregló para que su padre, que estaba en contra del trabajo infantil, lo fuera a buscar durante las fiestas. Pudieron concretar el plan pero Alojín alcanzó a verlos cuando se alejaban de la aldea, salió con sus caballos y comenzó a perseguirlos, pero no obtuvo un buen resultado, ya que sus caballos estaban muy maltratados y mal alimentados. Como segunda opción, llamó a su vecino, pero este lo rechazó ya que el zapatero nunca lo salu...

"Cuando no está", por Pilar Cardozo

Era un día como cualquier otro cuando Serpiente entró a la casa para ver qué era lo que todos estaban haciendo. Al acercarse se dio cuenta de que estaban escribiendo un carta, lo cual le llamó la atención pero rápidamente se distrajo con un pájaro que vio pasar muy cerca de la ventana. Después de perseguirlo durante un buen rato se dio cuenta de que Constantino no estaba, revisó la mesa donde estaban las cartas y tampoco las vio, y supuso que Constantino se las había llevado, fue entonces cuando escuchó una conversación entre Olga y el Jeak, quien era un amigo de Vanka. - Tranquilo que Vanka vendrá muy pronto, Constantino lo fue a buscar y le entregará tu carta también -dijo Olga. Fue entonces cuando Serpiente se dio cuenta de que podría hacer cualquier travesura, ya que Constantino no estaría por al menos tres días. Decidió que la mejor manera de empezar su limitada libertad sería por un buen bufet, pensó seriamente en ir a la casa del viejo Artemis quien era el dueño de unos ext...

"Constantino", por Santiago Cardelino

  Constantino Makarich era un viejito que, a la edad de sesenta y cinco años, trabajaba como guardia nocturno en la casa de los señores Chivarev. Constantino era un viejito enjuto y vivo, siempre risueño y con ojos de bebedor. Solía pasar tiempo en la cocina de la casa con los cocineros para divertirse un rato. Él también era el abuelo de un niño llamado Vanka. Este quedó huérfano siendo muy pequeño. Constantino tuvo una vida muy difícil, siendo niño tenía que ayudar a sus padres en el trabajo, en las tareas de las diferentes casas de los amos que les tocó trabajar. En esos lugares, desarrolló tareas de cuidar animales, trabajar la tierra, limpiar, cocinar o cualquier actividad que pudiera realizar. Allí, el trabajo que realizaban se pagaba con comida y con un lugar para dormir. Toda su vida hizo ese tipo de trabajos, pero no le impidió formar una familia, tener un hijo y también tuvo la suerte de tener a un nieto que recibió de nombre Vanka. Todos los lugares de trabajo eran ...

"La carta de Vanka", por Sophia Monnerjahn

  Desde hace semanas mi dueño está raro, ya no va al bar, no bromea más, solo se sienta en el sillón y repite: “¿cómo estará Vanka?”, “¿Habré hecho lo correcto al mandarlo con ese zapatero?”. A mí nunca me agradó ese niño, pero mi dueño lo ama, igualmente a mí me parece que hizo bien en mandarlo a trabajar. Esta mañana estaba aburrido y decidí romper las bolsas de basura de nuestros vecinos, cuando algo me sorprendió un montón: era una carta, una carta de Vanka. En ella le pedía al amo que lo vaya a buscar para volver a vivir juntos, qué estupidez. El viejito lo extraña, si llegara a ver esa carta lo iría a buscar inmediatamente. Cuando estaba por la mitad de la carta vino una fuerte corriente de viento que hizo que esta se volara, la intenté perseguir, pero ya cuando estaba a punto de alcanzarla, uno de los vecinos del pueblo la agarró. No podía permitir que Constantino leyera esa carta, porque si fuera así Vanka volvería muy pronto, tenia que hacer algo, porque en este pueblo ...

"Constantino Makarich", por Romina Mariño

  Constantino Makarich, ese soy yo, un viejo de sesenta y cinco años. Trabajo de guardia nocturno en la casa de Chivarev, la verdad esa señora nunca me cayó bien, siempre que voy a la casa para trabajar se escuchan sus gritos y no deja hacer mi trabajo en paz. Siempre me dice que soy muy delgado y que debería comer más, me trata como si fuera un niño. Pero qué bueno, en unos años me jubilo y ya no tendré que volver a ver a esa señora. Creo que es una de las pocas personas que me caen mal, siempre me ha gustado hablar con los demás pero ella es demasiado para mí. Por suerte durante el día puedo estar en la cocina, me gusta bromear con los cocineros ya que nunca me dicen nada, pero cuando es de noche me abrigo con mi pesilla y me voy a trabajar; es bastante fácil ya que solo golpeo mi bastón con una placa de madera y los ladrones ya se asustan. Las personas que me conocen saben que vivo solo, me han dicho muchas veces que debería contratar a alguien para que me limpien la casa y ...

"El abuelo", por Emilio Correa

  Hola, ustedes ya saben quién soy: el gran abuelo de Vanka, su superhéroe. Hace tanto que no veo a mi nieto, todos en el pueblo lo extrañan, siempre ayudaba a cualquier persona aunque no lo conozca, siempre te ayudaba sin dudarlo. Sobre todo yo hace demasiado tiempo que no lo veo, no sé cómo le irá en el trabajo de zapatero, no creo que le vaya mal ya que todos parecen buenas personas, todos sin duda saben quién soy y a qué me dedico. Cuido una casa de ricos. Para los ladrones tengo hecha un trampa, no es letal ni les hace daño, sino que los espanta, es como un espantapájaros pero que hace ruido, entonces cuando vienen los ladrones además de los perros que les infligen miedo se suma mi creación. Sin duda que no logran entrar y yo me quedo durmiendo igual, siempre atento ya que capaz se avivan y logran meterse... Bueno volviendo a lo mío, en la noche es eso en el día... ufff cómo cambia, ya estoy muy viejo para tantas cosas pero hasta que no me lastime gravemente no paro. Ho...

"La Navidad de Constantino Makarich", por Martín Sosa

  Hola, me llamo Constantino Makarich y tengo sesenta y cinco años. Soy un anciano de pueblo y me acompañan dos perros: Serpiente, que es un poco violento y Canelo. En una Navidad como cualquier otra me levanté para ir al almacén y buscar algo de comida, me acompañaban mis dos perros. Luego, a la tarde, me puse a conversar con los cocineros y les dije: -Ojalá pueda sacar a mi nieto de ese horroroso lugar donde lo hacen trabajar y lo maltratan. Luego de decirlo decidí finalmente hacerlo. Enojado fui a buscar a mi nieto para sacarlo de allí. El viaje fue un poco incómodo ya que con mi presupuesto casi que no me daba para el tren, había gente que me miraba mal por mi forma de vestir y se alejaban de mí. Después de treinta minutos llegué, y me dirigí hacia la zapatería de Alojín donde mi nieto estaba trabajando. Al llegar lo vi sudado y cansado y le dije emocionado: -¡Vanka! Y Vanka se dirigió hacia mí muy feliz y me preguntó qué hacía yo allí y le dije: -Vine a sacarte...

"Empezó como un día normal", por Bruno Rey

  Hoy era un día como todos, me desperté como siempre ultimo y a mi lado me esperaba mi fiel amigo Canelo y al lado de él, como siempre, el viejo. Me levanté y fui directo a mi casita donde Canelo ya se había comido todo y quedaba lo mío, que era menos -por portarme mal- según dice el señor. Pero hoy el viejo estaba triste, no sé por qué, Canelo también lo estaba entonces fui, me acerqué a él y le pregunté. -Canelo ¿qué les pasa a vos y al viejo? -Es que Olga enfermó -dijo triste. -¿¡Olga¡? ¡! NO!! Es la única que hace feliz al viejo y además nos trata bien a nosotros -dije angustiado. Horas después, mientras cuidábamos la puerta de los señores junto a mi dueño, lo llamaron, y después de estar hablando un rato se puso contento. Con Canelo fuimos a preguntarle. -Viejo ¿te dijeron algo de Olga? -pregunté curioso. -No, me acaban de contar que Vanka va a venir con nosotros -respondió emocionado. Vanka es el nieto del abuelo y uno de mi mejores amigos; siempre le hacía...

"El inicio de todo", por Sofía Mangado

  Hola, soy Olga Ignatievna, yo trabajaba en la casa de los Chukov, solía limpiar cocinar y ayudaba a Vanka en diferentes cosas, realmente le tengo mucho aprecio a ese chico. Todo era muy feliz en esa casa, siempre estaba la gente sonriendo y divirtiéndose. A veces Vanka podría llegar a ser algo susceptible pero está bien, nunca habíamos tenido ninguna pelea grande. Todo marchaba bien hasta que un día todo cambio. Era un día normal como los otros, yo me encontraba preparando el desayuno para Vanka y sus padres, un rico vaso de jugo de naranja con unas tostadas con mermelada y una manzana. Todos se veían felices, ellos comían y yo terminaba de limpiar, todo el día transcurrió con normalidad hasta que en la tarde, como a las 4pm, yo ya había terminado todas mis tareas y vi al pobre Vanka solo y aburrido así que decidí acercarme y hacer algo junto a él. - ¡Hey! Vanka, te veo algo aburrido, ¿Te gustaría aprenderte un baile conmigo? – le pregunté. -Excelente idea, me viene genial ...

"El reencuentro", por Bruno Arady

  Se acercaba la Navidad. Constantino Makarich era un abuelo de sesenta y cinco años de edad que trabajaba como sereno en casa de la familia Chivarev. Era muy carismático y ocurrente ya que le gustaba dormir en la cocina y era muy divertido, hacía bromas con los cocineros. En las noches le gustaba pasearse de incognito bajo una manta para generar temor a quienes quisieran robar o entrar sin permiso. Esto lo hacía acompañado por sus fieles perros Canelo y Serpiente. Pese a todo su buen humor y carisma escondía una gran tristeza por la falta de su nieto Vanka, a quien quería volver a ver. Unos días después de Navidad, Constantino como era su costumbre, leía una por una las cartas que iban llegando a la finca, pero de repente abrió una que le cambiaría la vida, era de Vanka: pedía ayuda ya que en la zapatería donde vivía era maltratado por sus tutores. La sorpresa y la desesperación lo invadieron profundamente y no dudó en salir corriendo a su encuentro. Viajó durante dos días e...

"El zapatero Alojín", por Elena Terra

  -Hace tres meses trabaja acá y todavía no sabe hacer un zapato – dijo Alojín, al ver un zapato mal hecho de Vanka-. Vanka, Vanka … ¿Dónde está ese chico? -Acá estoy señor -dijo Vanka. -Hoy a la noche vamos a ir a la iglesia y te vas a quedar en la casa. -Está bien señor- respondió Vanka. – Anda a dormir temprano -ordenó Alojín. El día se fue estirando hasta que llegó el atardecer. -Mantiene el fuego prendido -dijo Alojín a Vanka. Vanka hizo todo lo que Alojín le ordenó y posteriormente empezó a escribir una carta… A unas cuadras de allí, en la iglesia, Alojín pensó que ya era hora de regresar. -Hoy hace más frío de lo normal, creo que ya tendríamos que volver a la casa- dijo Alojín. -No creo que cambie mucho, siempre es igual- dijo uno de los Amos. Mientras tanto, el pastor de la iglesia relataba unas historias de la Biblia, algunos de los niños murmuraban por detrás. Al terminar la ceremonia todos se saludaron y fueron a sus casas a disfrutar del calo...